La quinta mesa redonda del Aerospace Thermoplastics International Summit reunió a tres referentes de la industria de materiales avanzados: Nathalie Schmitz (EU Business Development – Hexcel), Mark Bouwman (Service Engineer – Toray) y Johannes Treiber (Thermoplastic Engineering Manager – Syensqo). El debate, moderado por Laura Ogalla Escolano, Senior Project Manager de Fidamc, giró en torno a los desafíos y oportunidades de la innovación en materiales termoplásticos dentro del sector aeroespacial.
El primero en intervenir fue Mark Bouwman, quien subrayó que los materiales termoplásticos requieren un enfoque muy distinto al de los materiales termoestables: “Para procesar los materiales termoplásticos se necesita tener un pensamiento diferente. Requiere un conocimiento específico en términos de cómo procesar estos materiales”.
Bouwman destacó que el éxito del material depende en gran medida de su correcto procesamiento, ya que “el proceso puede influir de forma decisiva en las propiedades mecánicas del material.”. Para el ingeniero de Toray, la colaboración con los centros tecnológicos y de investigación es clave para optimizar estos procesos y “actuar como un hub de conocimiento” que unifique buenas prácticas entre fabricantes y usuarios.
Por su parte, Johannes Treiber coincidió en la relevancia del proceso, pero añadió que los retos actuales van más allá de la técnica.“Tenemos tres desafíos que necesitamos abordar: la procesabilidad, la ventaja comercial del material y la claridad sobre las necesidades reales de la industria”. Treiber explicó que el mercado todavía está consolidando su entendimiento sobre los parámetros óptimos de fabricación, desde los ciclos térmicos hasta la porosidad, y remarcó que la escala de producción será determinante para lograr la competitividad económica: “Al escalar la producción, confiamos en que una fabricación más robusta permita reducir de forma notable los costes”.
Desde Hexcel, Nathalie Schmitz aportó una visión centrada en la sostenibilidad y la eficiencia productiva. “Es un material que no requiere condiciones especiales de almacenamiento, por lo que su huella de CO₂ es menor”. Schmitz señaló que los termoplásticos ofrecen ventajas medioambientales notables frente a los termoestables, al eliminar la necesidad de refrigeración o desechos como el papel protector. Además, destacó su potencial para mejorar la reparabilidad y reciclabilidad de las piezas, abriendo paso a una producción más circular y responsable.
En cuanto al coste, Schmitz enfatizó la necesidad de pensar en el coste total del componente más que en el precio del material: “El termoplástico va a llegar a nuevos niveles, pero tenemos que empezar en algún punto. Necesitamos gente valiente que luche contra el riesgo y lo haga posible”.
El debate concluyó con una reflexión conjunta sobre la importancia de armonizar estándares y certificaciones para reducir costes y acelerar la adopción de nuevas tecnologías. Como resumió Bouwman, “si todos los clientes tienen diferentes requerimientos para certificar un material, la cantidad de pruebas es enorme. Más estandarización ayudaría a reducir costes y a implementar nuevas aplicaciones”.
La sesión dejó clara una idea: la innovación en materiales termoplásticos no depende solo de avances técnicos, sino también de una colaboración transversal entre fabricantes, centros tecnológicos y organismos reguladores. En palabras de la moderadora, Laura Ogalla, el objetivo común es “asegurar que todo el potencial de los materiales esté plenamente desarrollado”.

